Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Donde el mar besa el cielo




Acunada por el murmullo de las olas

te esperaba sentada en la arena

Y volaba mi mirada en el horizonte

donde el azul del mar besa al cielo

Cuando sentí el tibio tacto de tus manos

que mi piel reconoce al temblar

y en mi cuello la dulzura de tus labios

Esas manos que me dan la paz

y me turban al mismo tiempo

cuando me acaricias, cuando me amas

y en ellas alcanzo el universo

y ya nada es más importante, solo el momento

Y me volví hacia ti, para mirarte

para perderme en el verde de tus ojos

que me capturan y la voluntad me arrebatan

Y así me adentré en senderos de bosques

de tus robles y tus azules flores de nieve

como los que recorrimos juntos,

como los que me cuentas en tus poemas

Olor a mar, olor a monte, olor a nieve

Y me llevas de la mano por tus caminos

y me descubres tu mundo, su frondosidad

en la que quiero perderme para no salir jamás

Los árboles comentan sobre nosotros, nos conocen

testigos todos de cuanto nos amamos

Con ellos compartimos nuestro romance

Cómplices silenciosos que te hablan con sus hojas

historias de senderos viejos y cristalinas aguas

Pero yo me quedo con la humedad de tus lágrimas

las que bañan tus ojos y hacen que brillen

Esos ojitos verdes pícaros que tanto beso

que me hipnotizan cuando te miro

y en su profundidad me extravío

en un camino sin fin, sin tiempo

y enamorada te sostengo la mirada

hasta que tus labios me rescatan

y en la pasión del beso me abandono

Ambos cerramos los ojos ya ajenos al tiempo

y nos encontramos entregados, abrazados,

asidos fuertemente como náufragos a una roca

donde nos golpean olas de placer

que nos arrastran lujuriosas una y otra vez

cálidas aunque sea invierno,

nos extenúan con su vaivén

y el mar y la arena siempre

espectadores de nuestro amanecer.




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