Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

viernes, 1 de marzo de 2013

Quiebra en la seguridad



Pienso que uno vive tranquilo y feliz colgado de su mundo hasta que algo da la alerta.
Una alerta puede venir dada por un grito, por una actitud y hasta por un silencio.
Cuando la alarma salta, se corre hacia el armario donde está guardada y rápidamente intentamos detectar donde está el fuego, o que ventana nos rompieron.
Es una situación de nerviosismo, porque el sonido de la alarma no cesa y no cesa, hasta que encontramos  donde está el problema, le damos al botón y respiramos tranquilos.  Error.  Hay aparatos de alarma que no son nada fiables.
Muchas veces aunque la caja de alarmas nos diga que el problema no existió, que solo fue un fallo en el mecanismo, nos damos una vuelta por el edificio para comprobar que no haya una papelera ardiendo o un intruso en el edificio, puesto que ya nos descuidamos una vez y alguien nos robó un cuadro.
Y es que esa alarma ya en su día falló.  Con su sofisticado mecanismo de última tecnología nos decía que no pasaba nada, pero sin embargo nuestra intuición nos decía que corriéramos escaleras abajo, que     había entrado un ladrón en el edificio y se nos estaba llevando un cuadro y así fue, se nos llevaban un cuadro original pintado por nosotros.
El pobre ladrón no era tal, pensaba que ese cuadro era suyo y cuando se le dio el alto a  robado y a robón se les quedó la boca abierta con cara de idiota.
Ayer la misma alarma se disparó. El mecanísmo no se detenía. En la impresora escribía compulsívamente señales de alerta.  Una compulsividad escritora que reconozco rápidamente porque ya la he visto anteriormente y parece que los efectos del incendio nos afectan a las personas  que tienen la misma marca de alarma de la misma forma.
La caja de alarma decía es un falso aviso. No hay fuego en el edificio, es solo un fallo del sistema y es que los engendros mecánicos son así.
Luego llegó el de seguridad y arrancó el papel de la impresora borrando toda huella de las alarmas  en un intento de eliminar lo que quizás alarmaría a su supervisor.
En fin,  que complicado es fiarse de una alarma que falla tantas veces.
Mi empresa debería pensar en cambiar de marca, o mejor poner un par de perros en cada planta, de esos que son fieles y te avisan cuando hay un peligro.
En fin,  que este cuento ya me lo se.

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