Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

jueves, 6 de junio de 2013

Vestida de nit


Desperté justo cuando creí empezar a dormirme.
Abro la puerta de la terraza y dejo entrar el bendito ruido atronador del tráfico.
Por fin ha llegado el verano en  su plenitud. El sol me baña las mejillas y puedo sentir el olor a mar.
Allí, lejos,  en el reino  del invierno nada ha cambiado.
Sigue el orgullo, la ignominia y el victimismo.
Me pregunto si la nieve y el aislamiento no convierte a la gente en asocial y los sumerge en mundos cerrados donde la única salud es la imaginación mal administrada y peor aplicada.
Y aquí, donde la vorágine  de la ciudad parece inhumana a simple vista, encuentro a la gente, a la sonrisa, al estímulo, donde puedo darme permiso para ser yo misma, sin sumisión y sin miedo.
Noto el cariño, el estímulo y los abrazos. Esos abrazos y besos que me dan la vida.
En la noche, la música y la danza me envolvían mientras incorporo nuevas  amistades a mi pequeño mundo.
Me he liberado de un mal sueño y mi sonrisa vuelve a ocupar su sitio.
Lo mas gracioso es que esas jacarandas que tanto  me hablaban de ti están en flor y por poco ni lo advierto, me cuesta creerlo.
Dejé de adorarte para empezar a olvidarte y no me reconozco en este sentimiento de desapego.
Termino mi café y me pongo en ruta.
Caminando por la contaminada, ruidosa y bendita Barcelona.

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