En los últimos meses he podido observar como personas de mi entorno laboral se transformaban en su manera de actuar y de hablar sobre alguien poderoso a quien poco antes le pasaban la mano sobre la espalda y le hacían la pelota hasta el punto de llegar a lo servil y rastrero.
Si algo me gusta y no deja de sorprenderme es observar en silencio, leer miradas y gestos y sin escuchar casi, poder intuir si ocurre algo.
Es asombroso observar la naturaleza humana en directo y ver con que pasmosa desvergüenza, somos capaces de cambiar radicalmente de idea de un día para otro en el afán de "salvar nuestro culo".
Y es que ya lo dice el refrán "no hay buena acción sin su justo castigo"
Y es así como los triunfadores en esta vida, que en su fortuna socorrieron y ayudaron a otros, se ven traicionados de la forma mas vil, por envidia, por miedo, o por el motivo que sea.
Será que no abundan los bien nacidos como dice aquel refrán "es de bien nacidos ser agradecidos"
Nuestra sociedad tiene una absoluta pérdida de valores y de integridad y no me explico como se puede caminar con la frente alta, después de protagonizar una vileza contra quienes en su día te beneficiaron.
En todas las historias de traiciones hay una parte buena y es que solo así sabes en quien de verdad puedes confiar si es que sobrevives a las puñaladas, porque evidentemente los que empuñan el puñal quedan al descubierto y dejan de contar y como no, la enseñanza de una lección aprendida por la fuerza que hace que miremos el mundo de una forma mucho mas amplia que la física.
Y es que solamente en momentos de adversidad, nos apercibimos de quienes son nuestros verdaderos amigos, nuestra gente leal. Son los que corren a nuestro llamado, los que permanecen a nuestro lado, los que recogen nuestros pedazos cuando nos rompemos y por desgracia de esos suelen haber pocos.
Brindo por la coherencia y la entereza de quien permanece firme a pesar del temporal al lado de sus amigos, todo lo demás no sirve.
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