Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

viernes, 19 de octubre de 2012

LA FAMILIA YA AUMENTÓ A CINCO


Aclimatando a los perritos que volvieron a casa antes de Navidad, con la princesa de la casa. Aun hay un poco de lío por la territorialidad perruna, pero cada día lo llevan mejor.  La verdad que no han cambiado mucho en los dos años que no los veía y parece que me recuerdan.
Así, en mitad de las lluvias torrenciales, las obras que no terminan y los perritos me siento casi feliz. Digo casi feliz,  porque solo precisaría trasladar  a mi gente y a mi Barcelona al prado de al lado y sería perfecto.
Quizás si nos dan la independencia a los catalanes, podríamos recortar Catalunya del mapa y convertirla en una isla cerca de aquí, aunque creo que no podría convencerles a renunciar a la playa, pero de ilusión también se vive y soñar es gratis, como decir tonterías como esta, que es poco menos que imposible.
El clima de Barcelona en invierno también me lo traería, mucho mas ahora que cae una cortina de agua que parece que se va a hundir el mundo y que las primeras nieves no tardarán en llegar y que decir de esa playa por la que tanto he caminado de buena mañana.
Pero es lo que hay, que no es poco, los colores maravillosos del otoño en la vegetación, aunque yo me quedo con el de las flores malvas y fuxias que ya casi desaparecen entre el marrón de los helechos, los riachuelos aumentando de caudal, el sonido del silencio maravilloso y un corazón que late loco.
En fin, aunque no todo es facil y yo sigo acostumbrándome a esto,  me siento feliz  al lado del amor de mi vida, aunque él nunca podrá alcanzar a saber cuanto le quiero, aunque crea que lo sabe todo y ahora  con estos perritos para los que me faltan manos para acariciarles,  cuando en la noche les dejamos entrar un ratito a calentarse junto a la chimenea antes de irse a dormir.
Es complicado para mi escribir nada cuando me siento tan bien. Que no pare la música...

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