En noches en que las horas corrían paralizando el tiempo, llegaban voladoras las poesías que traviesas despertaban a las mariposillas que dormían tanto tiempo en su estómago. Embelesados mirando a través de una ventana, en silencio unas veces, otras con risas flotando en el aire. Sus miradas clavadas en el otro, ancladas en sentimientos, leyéndose el pensamiento sin precisar decir nada. Las mudas palabras de cariño retumbaban con fuerza en sus oídos y sus corazones ardían borrando el mas mínimo hilo de tristeza.
Y así pasaron los días y los meses. Los poemas crecieron en número y las mariposas inquietas aleteaban cada vez mas fuerte, llenando todo con palabras de amor y deseo.
Momentos mágicos de noches de luna llena y amaneceres malvas que se repiten una y otra vez cuando como dos niños se adentran en el bosque.
Querida Osane, tienes la sensibilidad a flor de piel. No todo el mundo es capaz de conseguir que un puñado de palabras suenen tan bien y desprendan tanta dulzura. Alguna vez me has dicho que publique. Ahoa te lo digo yo a ti. Un beso.
ResponderEliminarRicard Pretel.
En este lugar escribo desde el corazón y quizás por eso suene mas dulce que en el otro blog que escribo desde la mirada crítica de la mente.
ResponderEliminarNo siempre fueron tan edulcoradas mis palabras ni, tampoco las situaciones que me tocó sufrir, pero ahora toca vivir un tiempo feliz que jamás pensé que retornaría. Aunque para serte sincera, creo que escribo mejor cuando estoy triste o enfadada.
De cualquier forma gracias por tus amables palabras, porque son muy importantes viniendo de ti, a quien admiro y aprecio. Petonets Ricard.