Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

domingo, 8 de julio de 2012

A merced de Eolo



Hay decisiones que tardamos años en tomarlas. En ocasiones por falta de medios, otras por falta de disponibiliad, por deberes, otras por dudas, por palos en las ruedas y en el corazón.
Los golpes de un largo camino dejan cicatrices y siempre nos plantean incógnitas.
El corazón manda sobre la cabeza y con los ojos cerrados y tomando oxígeno damos ese paso, el que todo el mundo desaconsejaba dar, pero lo damos pensando que nos tenemos bien merecido el derecho a ser plenamente felices. Hemos pagado y seguiremos pagando un fuerte tributo por un sentimiento.
Ponemos todo cuanto poseemos a merced del dios Eolo y confiamos en haber acertado en  nuestra decisión, en haber apuntado certeramente hacia un rumbo que siempre fue un reto difícil.
Llega ese momento en el que nuestras decisiones dejan de afectar a otros,solo nos afecta a nosotros y a nuestro compañero de viaje voluntario y en libertad  es como se consolida el color de un sueño que se convierte en una realidad cotidiana.
El lugar donde estoy, donde hace tanto desee estar y el único motivo para dar vuelta de timón a mi universo, estar contigo donde mi corazón me trajo.

"Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos…"


-Poesía de Neruda dedicada a Matilde Urrutia en sus Cien sonetos de amor (1969).


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