Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

miércoles, 11 de diciembre de 2013

La libertad está en la capacidad de escoger entre dos cosas buenas






"Un hijo se quejaba con su madre de su vida y de cómo todo le resultaban tan difícil. Ella lo llevó a la cocina; allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. En una colocó zanahorias; en otra, huevos; en la tercera, puso granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
A los veinte minutos apagó el fuego. Sacó todo del fuego. Mirando a su hijo le dijo: ¿Qué ves?. Zanahorias, huevos y café, fue su respuesta.¿qué significa esto madre? Es química, le explicó: los tres elementos se han enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo, pero han reaccionado de forma diferente en función de sus características.
La zanahoria llegó al agua fuerte y dura; pero, después de pasar por el agua hirviendo, se ha puesto débil, fácil de deshacer. El huevo ha llegado al agua frágil, su cáscara protegía un líquido interior; pero, después de estar en el agua hirviendo, su interior se ha endurecido. Los granos de café, sin embargo, son únicos: después de estar en el agua hirviendo, ha sido capaces de cambiar el agua y sus propiedades."


¿Cuál eres tú, hijo cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo vas a responder?
¿Cuántas veces escuché este cuento y la hermosa moraleja que nos deja respecto de la importancia de ser resiliente en la vida?



"La libertad está en la capacidad de escoger entre dos cosas buenas"


¿Qué nos impide darnos cuenta que no va a funcionar?
¿Qué nos impide ver lo que no es como necesitamos?
¿Para qué miramos para otro lado?
¿Para qué negamos que las cosas no están bien?
¿Cuál es el beneficio secundario?¿La comodidad?
¿Tenemos idea del precio que pagamos para "sentirnos cómodos" un tiempo y después darnos cuenta del tiempo que perdimos y los daños colaterales?



Yo tengo el poder de cambiarme a mi misma, y la consciencia de que no soy café para cambiar a nadie. Por lo tanto estoy atenta, observo señales y pienso si puedo aceptar las diferencias del otro, si puedo convivir con ellas sin pasarle factura mas tarde.
Reconozco el precio que pago y me pregunto si estoy dispuesta a seguir pagándolo.  Tengo conciencia de no guardar rencores por tropiezos antiguos.
Estoy en contacto con mis emociones y con lo que me pasa y con lo que no me pasa con el otro y me pregunto ¿Quien quiero ser delante de “ eso “ que acciones y alternativas quiero tomar?






He aprendido que el café con sal y trozos de galletitas no me gusta, me produce arcadas. 
Hoy tomo un café ligeramente dulce y me gusta, lo tomo con tranquilidad, disfrutando amaneceres y música y me sienta de maravilla.

Recuperé mi facultad de escoger ,  afortunadamente.  

Fuentes P. Hashuel y otras



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