Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

jueves, 12 de diciembre de 2013

De mosquitos


Parece que para que se vea la luz es necesario que existan las sombras.
Esto se aplica a  muchísimas situaciones en la vida.
Así ocurre que cuando alguien brilla atrae a todo tipo de insectos molestos.
Se la pasan pululando a tu alrededor y al de otras luces. Te pican, van y vienen. Se van  a dar otra vuelta a ver a quien mas pueden picar y así,  chupan la sangre de unos y otras, se les hinchan las patas y de tanto chupar del bote se ponen tan gordos y se creen tan seguros,  que empiezan a volar torpemente y a hacer demasiado ruido. Eso les dura hasta que al final alguien,  ágil y despierto  les propina tal  manotazo, del que probablemente no se vuelvan  a levantar del suelo jamás.
En mis viajes por los trópicos conseguí  "información" de un chamán que dedicó su vida a la investigación de las vidas humanas y  que además de ser la autoridad y salvaguardia del poblado,  con dotes mágicas,  me procuró una loción,  que además de atontar a los mosquitos,  los dejaba fuera de combate en el acto, al punto de que,  hasta sus amigos mosquitos mas cercanos,  se impregnaban del olor de la loción y caían muertos.
Guardo la fórmula de la loción como oro en paño, siempre preparada por si se diera el caso de que algún mosquito montañés, tan conocidos por su desorientación natural,  tuviera la idea de venir a picarme.
Estoy ya muy harta de que me piquen los mosquitos tigres a los que conseguí neutralizar este verano, así que con un mosquito tipo nacional o cercano, puedo de sobras.

Mosquito alejate de nosotras, porque los que me conocéis, sabéis que yo no retrocedo cuando tomo una decisión,  mucho menos cuando se trata de protegerme y de proteger, así me estrelle en la batalla.
Dixit.


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