Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

domingo, 21 de abril de 2013

En un mundo de mentiras decir la verdad es un acto revolucionario


Hace ya algunos años escribí un cuento.  Había descubierto la verdad, una verdad tan cruel que me partió en dos. 
En la vida casi todo se supera, pero así y todo somos capaces de volver a tropezar en la misma piedra, porque quien ama de verdad olvida y perdona.  Y es que alguien dice que el amor no se ve  en las otras personas, sino que es una fuente que emana de nosotros mismos, por lo tanto, puede lastimarse, pero es nuestro y permanece dentro nuestro.
Volviendo a mi cuento, que era premonitorio, en el hablaba de 3 o 4 hadas y un trol. 
En aquel momento cuando lo escribía, dos hadas ya tenían rostro y una historia definida, últimamente he puesto rostro a la tercera y acento aunque viva al otro lado del mar, incluso podría ponerle rostro a la cuarta, pero es que creo que la cuarta en discordia solo llega a la altura de una oruga negra y no se merece el tratamiento de hada, quizás le va mejor el de bruja.
En ese mismo cuento había un trol. Quise darle un final aceptable y piadoso a la historia y terminé por volverle bueno, apelando a su conciencia y al dolor que les había infringido a las hadas, pero no,  me equivoqué  totalmente. 
 Ese final no fue acertado, pero es que la fe y el cariño nos ciegan muchas veces, incluso a la hora de escribir un cuento.
El trol siguió siendo tanto o mas perverso que antes, un mago de la mentira y del embaucamiento, sin conciencia, sin dignidad, sin hombría, sin reconocimiento de errores ni aun cuando se le enfrentaba con la verdad y se le ponía un espejo delante.  
Siguió en su prepotencia y su egolatría subestimando a sus víctimas, esta  vez con ayuda de gusanos del mismo calibre que el. Pero la verdad es la que es, aunque la pongas del revés.
Este es  el link de la historia antigua del trol: http://osane1.blogspot.com.es/search?q=troll

Esta vez el final del cuento, el que mas se ajusta a la realidad es el siguiente:



"El troll inflexible como siempre, en su locura siguió menospreciando a las hadas, que se alejaban con el corazón roto.  A una le hablaba mal de la otra y viceversa, pero ya no podía controlarlas, eran hadas libres.
Continuó mintiendo sobre ellas y esta vez se sirvió además de una oruga negra llena de arandelas, muy a la par a su estilo, que secundaba todas sus mentiras.  Sin conciencia, sin dignidad, sin remordimiento. 
Había perdido tres de las lindas hadas que tanto le habían querido y se quedó en compañía de  esa oruga que estaba junto a él,  solo para trepar  y que la llevara en su hombro a una determinada altura, aunque el no se diera cuenta en su egocentrismo.
Pero la oruga,  pasó con él el tiempo suficiente para comerse las verduras que el trol guardaba en su despensa y engordar. 
Mas tarde empezó a tejer un capullo tupido, mas que el de una tela de araña.  
El trol que no hacía mas que cometer excesos y que cada día estaba peor de salud y mas solo, pues había dilapidado la amistad y el amor de su entorno, enfermó cada vez mas y mas y en cada frío invierno se sentía un poco peor. 
Los que creía amigos ya no se fiaban de el, ya ninguno se creía sus embustes, sus alardes de grandeza. Había  intentado implicarles ya varias veces en sus historias maquiavélicas de hadas y nadie  en el bosque confiaba en el trol,  aunque le hicieran buena cara pues ni les iba ni les venía sus ladinos lances, pero se mantenían a distancia para evitar ser utilizados nunca mas.
Buscaba nuevas hadas víctimas, pero el tiempo y la vitalidad de la juventud ya le había pasado. Su sonrisa era postiza, su piel cada día mas revelaba su edad,  que nunca fue la que decía y todo su cuerpo iba perdiendo facultades,  por mas que en su locura el quisiera creer lo contrario, pero los hechos hablaban físicamente.
La malvada oruga negra un día abrió la crisálida donde dormía plácidamente y donde había mutado  a mariposa.  Había conseguido que el trol le encargara unas preciosas alas en el Corte Inglés,  además de otros caprichos y se sentía joven y ligera y  un día de primavera emprendió el vuelo hacia otros horizontes.  Se había hartado de acompañar en su cueva  a aquel viejo, refunfuñón, enfermo, oscuro  y extinguido trol.
Llegaron las nieves del invierno y se aproximaba la Navidad, se encontró solo, acatarrado y se dio cuenta de que el dinero solo puede comprar orugas, orugas negras interesadas,  que antes de que lleguen  los tiempos difíciles y las heladas, salen volando ligeras.
Intentó acercarse a las hadas, aquellas a las que un día partió el corazón  en dos, pero ya era muy tarde, ellas sabían muy bien que jamás las amó, simplemente las utilizó  para sus fines y ellas,  ya vivían felices en otros bosques en compañía de libélulas preciosas  y pajaritos lindos que revoloteaban a  su alrededor.  
A pesar de todo conservaban un vago recuerdo de cuando aquel ser las hizo soñar, pero sabían muy bien lo dañino que podía llegar a ser y no le dieron ninguna oportunidad mas. 

Y colorín colorado, 
esta es la historia de un trol
que desde su nacimiento,  
vivió siempre abandonado,
que envejeció solo por no valorar y respetar
el amor que las hadas le habían dado."


Al final en esta vida lo bueno y lo malo que hacemos nos viene devuelto multiplicado por tres.


1 comentario:

  1. Casi hace un año que escribí el final de este cuento premonitorio y tengo que decir que no me equivocaba en lo mas mínimo. La oruga negra del cuento ha hecho o está por hacer lo que me temía, según fuentes fidelignas. Que cosas tiene la vida, como pitonisa no tengo precio, no preciso mas que unos minutos para darme cuenta de como es una persona, si es habladora o bocazas mucho menos tiempo.
    Lo que en su momento fue una desgracia, a día de hoy ha sido una bendición. La oscuridad se ha alejado de mi y soy un hada con hermosas alas brillantes.

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