Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

miércoles, 16 de mayo de 2012

La primavera despierta



Estamos a mediados de mayo. La primavera estalla en colorido y se muestra exuberante con sus tonos verdes claro sobre oscuro y alguna que  otra mancha de nieve en las cumbres.
Los riachuelos siguen llevando un gran caudal de agua y hay tramos de la carretera que no se pueden atravesar a pie, pues el agua ignora el camino y decide saltar por encima.

Supongo que en Barcelona los  árboles de jacarandas habrán empezado a florecer. Este año no  voy a poder contemplarlas con lo que a mi me gustan, pero estoy segura que mis antiguos compañeros de trabajo estarán embelesados mirando tan bello espectáculo igual que siempre, tras esperar un año a que florezcan, recordando sus tonos malvas a cada instante, detenidos boquiabiertos ante la gran pared de cristal de la universidad.
Aquí no tenemos jacarandas y no se si algún día en este clima podrá crecer alguna, pero en cambio tenemos grandes privilegios como poder despertar con el trino de los pájaros, los relinchos de los caballos y la contemplación de los potrillos recién nacidos. Esos  rayos de sol que entran por la ventana sin pedir permiso y sobre todas las cosas,  el beso de buenos días, el calor del abrazo tan deseado de la persona a quien amo.
Si que siento nostalgia de la contemplación de las jacarandas, pero siempre estuvieron ligadas en mi pensamiento,   por su color  con un amanecer color malva de hace bastantes años y  me enamoré perdidamente del corazón de alguien que aún no tenía rostro y que ahora está aquí a mi lado.
Hoy por hoy me es indiferente de que color amanezca porque ese amanecer tiene rostro, voz y es el artífice de mi felicidad.

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