En mi caso, después de reflexionar sobre vivencias de los últimos días, he llegado a la conclusión de que para mi es muy importante la humildad.
Admiro a las personas bellas, inteligentes, habilidosas, a cualquiera capaz de desarrollar bien una afición o un trabajo, pero todas estas cualidades se vienen a bajo si se crecen ante los demás de forma ofensiva, o si pierden la educación o las formas.
En ese momento me da igual cuan valiosos sean, la prepotencia no me gusta en nadie y ante mis ojos empequeñecen sobremanera.
Se puede alardear con temas deportivos, competitivos típicos, que no llevan a ningún lado, mas que a una especie de broma, de apuesta.
Pero cuando gente que ha nacido con una serie de virtudes ningunea a los demás, a sus costumbres, a su trabajo, a su condición, a su raza, a su religión, en ese momento se que no les quiero cerca de mi, por hermosos, inteligentes o profesionales que sean.
Valoro en gran medida la educación, la paciencia, la bondad, la misericordia y sobretodo la humildad y los afectos.
Apuesto por la calidad de vida, para quienes me rodean y para mi misma y esa calidad se basa en el bienestar interior, porque sin eso, da igual tener una buena casa, o un buen coche, o un buen trabajo, sin paz interior nada tiene sentido.
Siempre admiraré a la gente que tiene el valor y la humildad de reconocer que se ha equivocado y de disculparse si viene al caso, porque todos patinamos y cometemos errores.
Siempre admiraré a la gente que tiene el valor y la humildad de reconocer que se ha equivocado y de disculparse si viene al caso, porque todos patinamos y cometemos errores.
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