Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

miércoles, 14 de julio de 2010

Yo soy de esos galanes a la antigua...

Se nota que hay mucha gente de vacaciones. Todo es mas pausado, el trabajo baja de intensidad y hasta le daba tiempo a relajarse perdiendo su vista en el paisaje.
Algunas personas suben a pasear hasta allí. Muchos son habituales, así que acababan saludándola con la mano al pasar desde la distancia que da la entrada al recinto.
Un señor mayor pasaba por allí todas las tardes. Ataviado de ropa cómoda y de un sombrero montecristi de paja que le protegía del intenso sol en sus paseos . Subía y después bajaba la empinada cuesta del paseo que se alzaba ante la empresa.
Cada día al pasar, el se detenía y le lanzaba un beso volador. Ella le correspondía igualmente por la ternura que le inspiraba la amabilidad de alguien de edad ya avanzada. Era un gesto gracioso e inocente, de esos que hacen esbozar una sonrisa tierna.
Anteayer el caballero se detuvo ante el patio de entrada y como siempre desde la calle se quitó el sombrero, se lo puso sobre el pecho y le lanzó el besito ritual. Ella se lo devolvió y le dijo adiós con la mano.
Pero este día el no siguió con su paseo cuesta arriba como siempre, se detuvo unos minutos mas pensativo y finalmente se decidió a entrar al recinto. Ella le dio las buenas tardes sonriente e intrigada.
Juan que así se llamaba nuestro protagonista se volvió a sacar el sombrero y poniéndoselo sobre el corazón como de costumbre, se decidió a hablarle. Le dijo que su sonrisa era la mas maravillosa que nunca pudo contemplar y como le agradaría que aceptara una invitación para comer juntos o tomar un café.
Ella quedó asombrada ante lo que nunca pudo ni intuir, casi sin poder articular palabra por la sorpresa inesperada de la proposición.
Colorada y nerviosa declinó su proposición de la mejor forma que supo para no herir sus sentimientos, pues su corazón tenía ya un propietario y en siglos hubiera imaginado que la conversación tomara estos caminos.
El caballero lucía una mirada preciosa y perfecta dentro de un envoltorio de algunos años mas que ella. No ocultó su desilusión, pero ello no le hizo perder las exquisitas maneras. Le tendió su mano que ella aceptó y llevándosela a su boca le beso suavemente al estilo de los galanes de las novelas antiguas.
Si algo en un hombre le fascinaba era su mirada y sus maneras. Esos detalles propios de caballeros de otros tiempos menos vertiginosos que los nuestros, como los de las películas en blanco y negro.
El hombre que se quita el sombrero para hablarte, que te abre la puerta y te cede el paso y algo tan estremecedor como que te tomen la mano y te la besen. Esas habilidades de seducción tan importantes que jamás deberían perderse.
El se alejó lentamente de la entrada con una sonrisa , algo mas triste su mirada y le dijo adiós.
Por mucho que avance la edad se siguen teniendo ilusiones y eso es algo maravilloso.
Ella no pudo evitar pensar lo bonito que hubiera sido tener en esos momentos mas edad y tener el corazón libre para poder aceptar su invitación, porque caballeros como Juan no abundan en la actualidad. Seguro que era la persona ideal con quien le hubiera gustado pasear de viejecita tomados de la mano.
Ayer Juan volvió a pasar ante ella, dando su paseo como de costumbre.
Se detuvo en la calle, se quitó su montecristi y le mandó su besito ritual. Ella levantó su mano y le saludó, regalándole la mejor de sus sonrisas, sabiendo que ante si tenía a todo un caballero de esos a la antigua, que suelen todavía mandar flores...


6 comentarios:

  1. Tener el corazón libre es tan importante....

    Besos y amor
    je

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  2. A veces nosotros mismos nos autoimponemos cadenas.
    Hubiera sido bonito conocer a este caballero en otra época, pero hay situaciones y diferencias de tiempos casi insalvables.
    Sigue saludando de la misma forma, es todo un caballero.
    Un beso

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  3. La historia es preciosa y tu forma de contarla también.

    Hay cosas que, como bien dices, y a pesar del modernismo no deberían perderse, porque el acto de la seducción es todo un boato que merece la pena.

    Un abrazo.

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  4. Hay momentos en los que una desearía tener 70 años.
    Que cosas se me pasan por la cabeza jaja.
    Chesana me alegra leerte, un besazo.

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  5. Querida Osane,
    Esos amantes a la antigua... dónde están...
    El amor romántico nos otorga una riqueza interior incomparable...
    Ver un amanecer enamorada, recibir un ramo de flores, un beso en la mano o una carta sincera de amor...
    No hay nada como hallar a uno de esos amantes a la antigua, hoy un día... un tesoro... aunque tenga 70 años...
    Me encantan tus historias Osane, gracias por llenarnos el corazón.
    Un beso

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  6. ayayayyyyyy Tres opciones.
    Haberlos hailos, solo que llegan a destiempo, o simplemente tienen un tiempo límitado en nuestras vidas.
    De todos modos el amor fluye de dentro de uno mismo, eso el lo que realmente nos llena el corazón y nos arranca la mejor sonrisa.
    Como dice la sabia Victoria Abril, lo importante es sentirse enamorado y con ilusión siempre, aunque no te quieran a ti.
    Celebro que te guste el escrito. Te presentaría a Juan pero tu deberías envejecer 30 años para andar a corde a este caballero.
    Un besito Tres.

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