Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

jueves, 1 de julio de 2010

El navegante -parte 2






El teléfono sonaba loco sobre la mesa de mi escritorio e interrumpió esos minutos eternos.
El recogió el ramo del suelo y yo tomé su mano y le hice sentar en uno de los sillones del hall. Fui a responder.
No podíamos dejar de sonreír.
Por suerte era viernes y no quedaba casi nadie en el edificio, los viernes sale todo el mundo de estampida del trabajo.
Una vez había colgado el teléfono volví donde estaba el, tenía mil preguntas para hacerle.
El navegante finalmente hizo realidad la locura que tantas veces desde la distancia imaginábamos.
Hizo una seña a alguien que se encontraba en el coche y apareció un hombre con una caja que le entregó.
Me dijo -póntelo que nos vamos a cenar-
Saque el lazo de adorno y al abrir la caja apareció un vestido precioso, rojo, mi color favorito, de media caña, con un amplio escote, tal y como siempre imaginábamos mientras construíamos a medias en nuestras mentes una bella historia de amor imposible.
Lo primero que pensé fue que quizás no me vendría bien, pero si, era mi talla. También habían unos zapatos de tacón rojos y un pequeño bolso de mano a juego.
No salía de mi asombro, no era capaz ni de levantar la vista del vestido, ni podía articular palabra, pienso que yo estaba mas colorada que el vestido en ese momento. El silencio se apoderaba de la sala y no sabía ni que hacer ni que decir.
El no lo pensó, se arrodilló, me sacó los zapatos, me puso en pie, me abrazó y me aupó sobre sus pies mientras me cantaba al oído.
Sentí que el mundo no existía mas allá de nuestro abrazo. El calor de su aliento en mi cuello mientras cantaba me hacía estremecer y yo no podía dejar de llorar de alegría.
Iba deslizándose lentamente por el suelo de la sala con cuidado de no perder el equilibrio.
Mis pies descalzos sobre sus pies, mis brazos alrededor de su cuello mientras le revolvía su abundante pelo negro.
No soy capaz de describir ese momento, es imposible explicar que se siente cuando ocurre algo parecido, cuando lo imposible se hace real.
La canción terminó, sus pies se pararon y nuestro abrazo se hizo aun mas estrecho.
Nuestras miradas por fin se cruzaron intensamente en segundos eternos y llegó el beso tan ansiado durante tantos meses en la lejanía.
Era viernes, no había nadie ni en el trabajo, ni en el mundo, solo sonaba la música de una voz que venía de lejanas tierras a hacer mis sueños realidad, solo el leve sonido de un beso apasionado.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Tienes una forma de contar preciosa...Un placer. Muchos besos.

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  2. Me alegra que te guste. No tengo demasiado tiempo últimamente, seguiré contando poquito a poco. Felices vacaciones. Un beso

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