Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

lunes, 1 de julio de 2013

Carmen y Manolo




Hace tiempo hubo una boda familiar.
Todas las bodas de mi familia son muy alegres, pero también tienen esos minutos que parecen eternos durante la ceremonia,  en los que nos alejamos de la realidad y recordamos personas, situaciones, momentos puntuales.
Hace poco tiempo deseaba estar en la piel de la novia, casarme con el hombre al que amaba,  e irremediablemente   no pude dejar de pensar en él. Cuanto me hubiera gustado que me acompañara en ese momento, junto a todas esas personas tan importantes en mi vida.  Era una ocasión única para mirar a mi alrededor y ver a todos los  que amo en el mismo lugar, pero no, faltaba él.
Salí de mi abstracción y  mas de lo mismo, no consigo prestar atención a lo que dice la juez, como si fuera un cura, lo mismo da.
Y así la ceremonia terminó y salimos fuera. Arroz y pétalos de rosa volando por los aires  Los saludos y besos rituales a  esa gente que solo encuentras en bautizos, comuniones, bodas y entierros.
Y entre ellos una parte de mi familia lejana, pero no menos importante. Mis primos valencianos. Gran alegría por vernos de nuevo. Son parte de mis mejores recuerdos de la infancia, cuando iba de vacaciones al pueblo.  Y allí estaban, abrazados como siempre, Manolo y Carmen y mi sonrisa se hizo mas serena y mi mirada mas profunda. A el le hablé en varias ocasiones de mis primos,pero creo que nunca me prestó atención.
Desde que tengo uso de razón los veo siempre  abrazados cuando pasean, cuando hablan con cualquiera.  Mi tío Manolo es incapaz de estar junto a su esposa sin pasarle el brazo sobre los hombros y robarle un beso de vez en cuando.  Diría que le cuesta controlar no besarla constantemente, ni aun ahora cuando tienen sesenta y bastantes años.
Cuanto me gusta verles así y como me hubiera gustado tener una pareja que actuara con la misma ternura de mi tío Manolo con Carmen.
Tenía  tanto amor para dar, pero no quedó mas que retenerlo ante los desaires recibidos, ante la frialdad.  Y una vez mas me quedé sumergida en mis pensamientos, intentando recordar en que momento perdimos todo eso, todo eso que era nuestro.
En algún momento fuimos Manolo y Carmen y yo me sentía feliz y locamente enamorada.
Pero la realidad se impuso y no había nadie a mi lado abrazándome, ni siquiera tomando mi mano.
Empecé a entristecerme por un momento, pero fue un minuto corto.  Hay ocasiones en las que hay que sacar la chispa de donde sea, sonreír y disfrutar.
La vida sigue y yo sigo el caminito, no queda nada mas que andar hacia delante.  Al final, lo único válido son las personas que permanecen a tu lado a pesar de todo, en lo bueno y sobretodo en lo malo.




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