Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

martes, 24 de enero de 2012

El puente...


El puente se divisa inseguro, se hunde y se balancea sobre el río peligrosamente.
Me pregunto si los asideros hechos de lianas trenzadas y la podrida madera de las tablas del suelo resistirán mi peso.
Al fondo, la niebla me impide ver que hay del otro lado del puente, pero aun así he decidido cruzar al otro lado de una vez.
Un ave de rapiña planea constantemente sobrevolando el lugar, como si esperara verme caer al partirse una tabla, pero eso no será hoy. He reunido el valor y la decisión necesaria para cruzar por fin.
Desde el otro extremo me llega una voz amiga que me llama y una mano fuerte emerge de entre la niebla invitándome a pasar.
Grita mi nombre y me da ánimos, me dice que no hay nada que temer, que sustituyó las maderas podridas que impedían mi paso y las tiró a las aguas que las arrastraron río abajo.
Me lanza un cabo que yo ato fuertemente a mi cintura. Cierro los ojos y rezo brevemente porque el tiempo apremia y empiezo la travesía. Con la fe de esa creyente que no soy pongo un paso delante de otro sobre las maderas mientras me agarro con fuerza a las lianas.
Es extraño, he perdido todo el temor en pocos minutos, ni siquiera el vértigo consigue hacerme temblar.
Casi ni pienso en el buitre que me sobrevuela y sigue haciendo círculos sobre mi cabeza, si no fuera porque grazna de tanto en tanto,pero ni siquiera eso me hace dudar.
La voz grita mi nombre con cariño y acelero mi caminar hacia delante.
La niebla se disipa y empiezo a ver tu figura que sostiene fuertemente la cuerda que nos une. Tus ojos hacen sonreír los míos y tu voz sigue infundiéndome ánimo para llegar.
Y allí estás esperándome como siempre, cuando por fin me he atrevido a cruzar lo que no fui capaz de hacer durante mucho tiempo.
La barrera ha dejado de existir y ahora solo puedo sentir el calor de tu fuerte abrazo interminable y esos besos silenciosos y pequeños cargados de ternura.
La niebla se ha desvanecido totalmente y me hallo en la copa de un frondoso árbol, en las alturas, desde donde diviso el mas bello paisaje, de color esperanza, nuestro lugar, allí donde al fundirse las nieves de las montañas crecen las flores silvestres mas hermosas.
He cruzado el puente...


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