Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

lunes, 15 de noviembre de 2010

Adela y el zoo


oso panda
Ayer fue un día de lo mas interesante además de inusual.
El viernes mi querida amiga Adela compañera de correrías maternales me llamó para ver si podíamos quedar el domingo para charlar, pues hacía ya demasiado tiempo que no nos veíamos.
Cada una con sus vidas y compromisos habíamos dejado pasar tantas cosas y la verdad que ambas nos echábamos de menos, pues hablar por teléfono de vez en cuando no es lo mismo que sentarse en una mesa a comer y charlar tranquilamente sin prisas.
No había forma de ponernos de acuerdo en ver que programábamos para el domingo y aunque las dos queríamos simplemente vernos, con este temperamento que nos caracteriza a las dos, cabezonas hasta la médula, de poco acabamos por no salir. Lo cierto es que queríamos lo mismo pero no nos entendíamos. Ambas buscábamos nuestra compañía y complicidad, estar juntas y retomar todas esas salidas que hacíamos en conjunto con nuestros niños cuando eran pequeños.
Finalmente se nos ocurrió una idea genial, ir al zoo. Si si, ir al zoo.
Somos raritas que le vamos a hacer. Dos cincuentonas sin niños yendo a ver los bichos, pero que bien nos compenetramos las dos y que buen día pasamos. Importaba un comino en realidad donde fuéramos, nosotras lo que disfrutamos es de nuestra compañía, pero tanto ella como yo hacía siglos que no visitábamos el zoológico y fue una gran idea.
De la observación de los animales se sacan grandes enseñanzas.
No nos privamos de nada, hasta pagamos un tiquet a parte de la entrada por ver las arañas exóticas y eso que a mí me dan terror esos bichejos. Fue muy interesante contemplar las telarañas trampa y las explicaciones de audio que vas recibiendo mientras avanzas por el pabellón. Quiero estar lejos de las arañas, eso es algo que se de toda la vida y que ayer aun reafirmé mas. A veces las cosas no son lo que parecen, pero solo puedes verlo cuando limpias las telarañas. Hay que ver lo interesante que resulta ver la contraposición del bien y del mal y es que el uno sin el otro no existirían. Solo conociendo lo malo, puedes saborear en toda su extensión lo que es bueno. Aunque sigue asustándome la impiedad de las arañas, son pequeñitas pero me aterran. Prefiero otros animales como por ejemplo los osos, son algo bobalicones y peligrosos pero se les ve llegar de lejos.
Mientras paseábamos por los diferentes recintos mi amiga y yo conversábamos sin tregua como dos cotorras y es que había mucho que contarnos, muchos sentimientos comunes como madres que ven alejarse a sus pajaritos del nido y rememoran esos paseos con ellos, tal cual hacíamos las dos en solitario ayer. Ayer se volvieron a abrir para nosotras puertas de afecto que estaban selladas durante algún tiempo, las puertas de los recuerdos que se cerraron y que ahora se volvían a abrir ante una realidad muy distinta.
Llegamos donde están los osos. Los osos me gustan mucho, son gorditos y fuertes. Dan ganas de abrazarles pero no hay que olvidar que con un zarpazo jugando te parten la vida en dos.
Por eso hay que tener mucho cuidado con ellos pero no por eso dejas de admirarlos y sentir muchos deseos de abrazarles y es que el oso es uno de los peluche favoritos de todos los niños. ¿Quién no ha tenido un osito de peluche de niño? A veces se te pierden en el lío de una mudanza pero si consigues recuperarlo quieres que te acompañe para toda la vida y es que has dormido abrazada al oso muchísimas noches y no consigues olvidarle, es parte tuya y uno de tus tesoros.
Pero a mi lo que me gusta en realidad son los delfines. Los delfines son simpáticos, viven su vida en pareja y son amables y risueños. Sería difícil conseguir que un oso tenga el talante y la mansedumbre de un delfín, por lo que hay que aceptar a cada especie como es y no por lo que nos gustaría que fuera, dejaría de ser ella misma. En el momento que aceptas a cada animal como es puedes entenderlos más y ver que hay cosas que van en la naturaleza, se aceptan o no, es lo que hay. Lo ideal sería una mutación entre delfín y oso, pero sería algo muy raro.
Sin querer mi amiga y yo empezamos a recordar cuando nuestros hijos eran pequeños. Eramos socios del zoo y por eso casi todos los fines de semana íbamos con los niños.
Que tiempos tan distintos aquellos en que nuestras vidas se dedicaban por completo a ellos.
En la vida en ocasiones se toman decisiones que afectan a todo un futuro y que aunque a nosotros nos mengüen en libertad y autonomía, nos compensa porque benefician a las personas que mas queremos en la vida, nuestros hijos.
Así tanto ella como yo y hay que añadir que también porque las circunstancias nos acompañaban, cuando nació nuestro segundo hijo nos quedamos en casa a cuidarlos.
Un vacío profesional de años en un currículum es realmente algo lapidario porque prácticamente te borra del mercado laboral y quedas como desubicada de contactos, pero en ese momento lo importante era que nuestros hijos tuvieran una infancia similar a las nuestras.
Cuando yo era pequeña me cuidaban mi madre y mi abuela que vivía con nosotros. Nunca fui sola a ningún lado, jamás fui desatendida y quise lo mismo para mis hijos. En ese momento tuve la inmensa suerte de poder dedicarme a ellos. Mis hijos iban acompañados a la escuela por su madre en los cuatro viajes diarios, comían en casa y al salir del cole podían jugar en el parque o asistir a alguna actividad. Para mi todo eso fue muy importante porque ellos lo disfrutaron pero yo mas, les vi crecer y progresar y es que hay privilegios en la vida que no tienen precio, por eso se paga gustosamente, aunque luego tenga un coste personal y laboral inmenso.
Mirando el espectáculo de los delfines podía recordar a mis hijos junto a la piscina mientras con un monitor participaban en el show y pensaba con algo de nostalgia lo lejos que quedaba todo eso.
Hoy ya son mayores, le veo independientes , ubicados y se certeramente que no me necesitan, pero da igual, una madre es madre hasta el día en que muere, es como una cadena que nos crece en el corazón que enlaza directamente con los de los hijos. Pero hay que dejarles ir y al mismo tiempo virar el rumbo de nuestro barco porque ellos desean navegar solos y nosotros también tenemos derecho a buscar nuestra propia felicidad.
Adela, mi amiga opinaba exactamente igual. Esa etapa como madres protectoras, estaba casi cerrada en lo que al deber cumplido se refiere. Los niños se han empezado a ir de casa y ahí estábamos las dos, solas, mirando el espectáculo de los delfines sin mirar.
Se abre una nueva etapa para las dos y hay que asumir novedades. Aparcar nuestro arca de Noe en el monte Ararat y bajar por las laderas del monte con cautela para acercarnos a todo aquello que sabemos que nos hace felices. Acercarnos a lo que pase a ser lo más importante en nuestras vidas por sacrificios que eso requiera y sin miedos, pues ya asumimos riesgos otras veces por lo que más queríamos nuestros niños y aquí estamos mi amiga y yo sanas y salvas y con objetivos cumplidos, no ha pasado nada, asumimos los riesgos y ganamos y vamos a volver a asumir los nuevos retos que nos propone la vida.
Las dos hemos decidido vernos más a menudo, inventar nuevas formas de sentirnos felices y pasar mucho tiempo juntas quizás hasta alguna se vaya a vivir al barrio de la otra.
El viernes no nos entendíamos al teléfono pero en realidad las dos queremos lo mismo, ser felices, sentirnos únicas, en suma saber que las dos vamos a estar una junto a la otra para todo lo que venga, como siempre lo hicimos durante años aun distantes.
Que nuestros vasos de agua estén próximos cuando una de las dos los necesite y es que las cosas buenas de la vida no se pueden dejar pasar ni perder tiempo.
Mi amistad con Adela es tan fuerte al cabo del tiempo, como las zarpas de esos osos que tanto me gustan y da igual lo que haya pasado desde que no nos veíamos, hay cosas que son inalterables por mas rayos y truenos que caigan encima. Adela ocupa junto con otros seres queridos el primer puesto en el escalafón de mis afectos.
Sabes que me encanta estar contigo aunque te apasionen los centros comerciales, los ordenadores, el tabaco, el café, los patés, los quesos y las cervecitas.
Gracias por tan estupendo fin de semana largo, gracias por cuanto me has dado y por cuanto me has augurado, siempre te querré.

6 comentarios:

  1. querida osane, qué preciosa entrada que me da una sensación tan bonita de amistad, sencillez y vida. Me alegro mucho por vosotras que tengais ese nivel de amistad y espero que no lo dejeis pasar.como mamá cincuentona que soy os entiendo a ambas.
    Por cierto, me encanta el zoo a mi también.muchas gracias por compartir tan preciosos sentimientos.
    Besotes.

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  2. Ah ! Lo que es un alma amistosa!!!!!

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  3. Para que una conversacion sea verdadera las mujeres tienen que mirarse la cara (solo asi saben que no les entan mintiendo).


    un beso

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  4. Susana hay relaciones que solo entendemos personas como nosotras, tu, Adela, yo, las que ya pasamos por una serie de vivencias comunes.
    Gracias por tu amabilidad. Un besazo

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  5. Querido Soul, yo encontré en ti un alma amistosa aunque seas chico. Un bexo grande.

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  6. Tauro, no solo las mujeres nos miramos de frente para leer la verdad en una mirada. Tengo la costumbre de mirar a los ojos a todo el mundo cuando converso, hasta el punto que no les escucho bien sino les miro. Besaso.

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