Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

sábado, 9 de enero de 2010

Necesito otro plumón

Ayer hacía un frío de justicia en Barcelona. Posiblemente en León o Soria pensarían que exagero y seguramente tendrían razón contemplado desde un punto de vista lógico, pero no. No estoy habituada a este tiempo aunque lo he podido saborear algunas veces, pero luego se me olvida y esa sensación de helárseme la sangre vuelve a pillarme desprevenida.
Aquí generalmente el clima es amable y ayer se me congelaron las pestañas, pues unido a una abundante aguanieve teníamos un viento de terror.
Las ramas caídas de los árboles campaban a su antojo por la calle, peligrosamente y hubo un momento en el que me refugié en una parada de bus y debo reconocer que pasé miedo, pues la parada vibraba y temí que se me viniera encima.
Todo esto me llevó a recordar el frío que hace en el norte, sobretodo en esos lugares donde el invierno se hace eterno, las comunicaciones quedan colapsadas y te quedas incomunicada en casa por la nieve. Lugares en que cuando abres la puerta del coche parece que va a salir volando arrancada de cuajo.
Imaginar el madrugar en invierno, la oscuridad y circular sobre placas de hielo con esas cadenas que no se poner me da taquicardia. Asumir un color de cielo grisáceo como habitual y la lluvia como compañera fiel.
En fin si otros viven esto con normalidad quizás yo también sea capaz.
El viento de ayer me sacudió violentamente los pájaros esos que acostumbro a llevar anidados en la cabeza, cuyos poéticos trinos me alejan de la realidad, esa realidad que se acerca y que a veces prefiero obviar por heavy.
Estoy pensando, mejor dicho tengo decidido abandonar de forma permanente el clima amoroso de Barcelona y cambiarlo por la rudeza del frío y del viento y lo cierto es que soy capaz de hacerlo aunque muera de congelación en el intento.
Hoy en la mañana me dio un impulso y me fui a dar una vuelta por las rebajas. Volví con unos descansos nuevos y unos paranieves y es que el temporal de ayer me empujó hasta la tienda, me entró cierta urgencia y me perdí en Decathlon mirando todas aquellas prendas, algunas ajenas para mi .
Hoy ha mejorado el tiempo, no hace viento, no siento demasiado el frío y los pajaritos regresaron al nido.
Te amo demasiado y creo que necesito otro plumón.


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