Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

sábado, 8 de septiembre de 2012

Conteniendo la respiración...



Ahora casi a las puertas del otoño, parece que regresa la primavera. El campo y los prados se salpican de múltiples matos de flores lilas, fuxias, blancas.  Hacía mucho que no presenciaba este espectáculo, quizás porque venía aquí en otras fechas distintas.  Esas flores a los lados del camino fue lo primero que presencié de esta tierra, cuando vine por vez primera hace ya muchos años.
El entorno y la compañía no pueden ser mas perfectos para mi.  El profundo sentimiento de cariño se acentúa con la belleza de la naturaleza en su esplendor. Es como rejuvenecer, como sentir una inyección de energía, respirar hondo con casi ganas de llorar de alegría por todo un poco, por los proyectos, por los cambios, por cuanto ocurre a mi alrededor.
Mientras caminaba por el sendero rumbo al río con la perrita y extasiada presenciaba tanta belleza, volví a pensar en mis jacarandas y pensé que podré esperar los años que hagan falta a que crezcan,  porque los colores de las flores silvestres del monte son igual o más  preciosos.
Me volví loca cogiendo moras de los matorrales que luego no nos hemos comido, pero da igual, todo esto me ha recordado tiempos de mi niñez en el pueblo, cuando de pequeños con  mis primos recorríamos el monte.
Soy muy feliz aquí, pero siempre se paga un tributo por la felicidad, por conseguir los anhelos y de pronto he vuelto a notar como la tierra desaparece bajo mis pies,  de forma violenta, como lo que mas amo sufre y estoy sola en un lugar donde me siento inútil y a  penas conozco a nadie, lejos de mi familia, de mi Barcelona querida.  Una urbanita perdida en otra gran ciudad que no es la suya con el corazón en un puño y rezando inconscientemente todo lo que sabe, como si fueran tantras y en lo que solo cree cuando el zapato aprieta.
Pero la verdad que en circunstancias como las que vivimos hoy, en las que nos sentimos morir un poco, en el que sentimos que no somos invulnerables, que somos frágiles y que toda la felicidad puede desvanecerse de un plumazo, descubres hasta donde es fuerte tu amor, el alcance de tu sentiemiento hacia otra persona. Las cartas se descubren sobre la mesa y sabes quien es la gente de verdad, quien está a tu lado a capa y espada, quien te acompaña y te alisa el camino, para ayudarte en un momento de desesperación.
Esa es la parte buena de toda catástrofe, descubrir que hay gente que te aprecia y que está a las duras y a las maduras, no solo para los festejos.
Hoy ya todo mas calmado, respiro algo mas tranquila, con toda la confianza y la fe de que el problema está en vías de solución. Y aquí estoy,  haciendo tiempo en un ciber, escribiendo este post que ahora lees. Un tiempo que se me hace una eternidad. Solo me quedan 3 cuartos de hora que espero como agua de mayo. Es duro todo esto, pero nosotros estamos acostumbrados a luchar y vamos a salir de esta con toda seguridad para volver a nuestro entorno verde de bosque ahora lleno de flores.  Seguimos dando patadas a las piedras del camino y como siempre saldremos adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario