Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

martes, 8 de marzo de 2011

Hoy hace un año


Hoy hace un año que cayó una copiosa nevada en Barcelona. Nosotros no estamos acostumbrados a ella ni mucho menos preparados y toda, pero toda la ciudad quedó paralizada.
Nos quedamos atrapados en una cochera de autobuses, arriba de la montaña. Ni siquiera los taxis llegaban hasta ahí.
Así nos encontramos todos refugiados en el comedor de conductores, menuda olla de grillos.
La contaminación acústica de tanta gente ahí pensando unos en como regresar a casa y otros que no sabían si habría que salir en unas horas a cumplir el servicio.
Los dos futbolines completaban el estruendo sonoro y la inquietud de lo que prometía ser una larga noche.
Gritaban al ritmo de goool!! de uyyyyyyy!! Nervios y dolor de cabeza ante la incertidumbre.
En la televisión los servicios informativos hablando del gran colapso en Barcelona.
Regresé a la oficina huyendo del ruido y entré unas cuantas sillas, pues el guardia jurado nos brindó cobijo.
Saliste del servicio médico y entraste un ratito con nosotros. También te tenían agobiado los conductores que aprovechaban el parón para ir a quejarse hasta de la uña del pie que les dolía.
Y así huyendo nos encontramos un pequeño grupo que buscaba calma.
Solo nos conocíamos circunstancialmente, cuando entrabas o salías de la cochera, o venías a dejarnos algún informe médico para algún conductor.
Esa noche se abrió un canal, pasamos largas horas juntos y lo cierto es que se convirtieron en minutos.
Al principio estábamos todos bastante cortados y porqué no decirlo cabreados, pero luego la conversación se hizo distendida. En dos horas todos éramos como amigos de toda la vida.
Cada uno contaba cosas de su vida, de su familia. Los teléfonos móviles sonaban constantemete y la centralita de la cochera era un poema.
El guardia jurado se alegró de que estuviera allí porque el teléfono sacaba humo y ser recepcionista no era lo suyo. Llamaban del hospital de arriba de la montaña, donde la gente se quedó atrapada, personas que querían saber cuando se activaría de nuevo el servicio y si podrían trasladar al trabajo al día siguiente.
Y así pasaron las horas, que nos dieron oportunidad de conocernos mas allá de lo laboral.
Descubrimos en esa noche que algunos, aunque pocos seguimos manteniendo algunos códigos puntuales propios del s.XIX sobre la lealtad, la familia y la sinceridad. Tu y yo con temas similares y curiosamente coincidiendo en opiniones y heridos por las mismas incomprensiones y desilusiones. No tienes idea de cuanto apoyo me has brindado doctorcito, en momentos en los que he estado al borde de cometer locuras que hubieran cambiado totalmente mi vida. Que bien me hizo tu cabeza fría cuando divagaba ante las impaciencias de unos y las obligaciones sagradas y cuanto me alegro de haber confiado en ti. Somos como dos mitades de un pensamiento. Tu tiras de mi y yo tiro de ti cuando es necesario. Te quiero un montón doctorcito, no sabes hasta que punto.
Te encontré por una casualidad mas que excepcional, la nieve te puso en mi camino y siempre he podido hablar contigo abiertamente y tu me correspondiste. Sin tapujos compartimos lo que sentimos y aceptamos nuestras situaciones y circunstancias, porque ambos hemos tenido vivencias similares y nos entendemos.
Hemos podido incorporar a nuestras familias en nuestro entorno, sin problemas, sin recelos y el resultado ha sido genial. Gente sencilla que se da a conocer y que gusta de conocer a las personas que quieres. Hemos compartido días de asueto en común y la verdad que me agrada saber que existen familias como la mía, cálidas y cercanas y que se desviven por atenderte y por compartir contigo. Tu familia ya es casi mi familia.
Querido doctor, sabes que odio la nieve y sabes por qué la odio, pero esa noche tan fastidiosa en un principio, la nieve me trajo tu cariño y tu amistad y eso tengo que agradecérselo a la nevada que nos dejó atrapados por horas. Desde ese día la nieve me gusta un poquito mas aunque de lejos, debo confesarlo; pero doctor, que bueno.... que bueno es vivir junto al Mediterráneo arropados por la media luna de montañas y al otro lado el mar cálido.
Hasta la tarde señor doctor, recuerdos a la family de Segovia y diles que se abriguen.
Que bueno, que maravilla sentir la temperatura suave de Barcelona que no te limita en nada.


2 comentarios:

  1. Me alegro tanto de que hayan encontrado ese tesoro que eres tu. Felicidades doctorcito ,ella es un ser maravilloso ,con esa belleza y su sensibilidad femeninas que cautiva con su encanto

    ResponderEliminar
  2. Sé que nuestros cruces frecuentes no han pasado desapercibidos a sus ojos; que ha notado la aparición de un nuevo astro, cuya órbita ha invadido la suya, arruinándola. Sólo que ella no tiene ni idea de la ley que regula este movimiento. He venido acercándome, lenta, inexorablemente, y sé que siente la tentación de mirar a su alrededor. Pero aún es incapaz de describir el punto de atracción. No puede dar nombre a la urgencia que se gesta deliciosamente tras su telón de pensamientos. Para ella, todavía soy un espectro merodeando un bastión de contingencias. Sé que pronto imprimirá ternura en su paranoia.
    D.B.

    ResponderEliminar