Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

lunes, 7 de marzo de 2011

Desde mi columpio




La verdad es que nunca conseguí dejar de ver mi vida y mi tiempo pasar, como una espectadora que no tuviera nada mejor que hacer, como si esperase a que alguien o algo viniera a despertarme de mi letargo.
Seguí montada en mi columpio, en ese país imaginario donde creo lo que quiero creer y donde solo veo la parte buena de las cosas y me repito que nadie tiene motivos para hacerme daño.
Así que seguí con la guardia baja, desde las alturas, entreteniéndome en un paisaje virtual de letras de colores, de frases huecas, donde nada es cierto mas allá de mi imaginación.
Llegaste tu y me sumergí en un océano de poesías, de letras sabias y supe que me encontraba bien ahí. Llegaste y supe que eras lo que había esperado toda una vida. Ser parte de ello me hacía feliz y en mi columpio empecé a tomar impulso. Sobrevolaba en cada viaje sobre las páginas de tus libros, en la fuerza de tus miradas, en tus besos cálidos.
Mi columpio cada vez vuela mas alto y vislumbra horizontes donde todos los días son soleados y los atardeceres dulces, lejos de los hielos del terrible invierno.
La brisa me acaricia el cabello al pasar entre las letras de tus poemas y el futuro crece inmenso alimentado por tu amor y tu ternura.
Las personas abajo, aparecen diminutas y distantes, casi no reparo en ellos, se presentan inexistentes bajo mi mirada.
Miran curiosos como me balanceo de pie sobre mi columpio, a toda velocidad con el cabello y el corazón en volandas.
No les gusta ver mi felicidad y me tiran manzanas en un vano intento de derribarme, pero la altura en la que vuelo arropada en tu regazo es inalcanzable.
Ellos no saben que mi columpio está construido del material del que se construyen los sueños, el aire, las fantasías...
No saben que las cuerdas que nos sostienen están fuertemente amarradas a tu corazón y el mío.
Si una de esas cuerdas se deshilacha, caeré sin remedio al océano del olvido,ahí donde descansan todos los deseos locos, las esperanzas apuñaladas y los amores rotos.
Así que me dispuse a asegurar las cuerdas de mi columpio y planté en ellas semillas de cariño, donde crecieron flores rojas y apasionadas.
Recé porque nadie destruyera nuestros sueños.
Teñí mi espacio de miles de páginas de tus poesías y cubrí mi cuerpo con ellas como haces cada vez que me amas, abrazada por las raíces de esos robles de los bosques de senderos viejos y mecida por las olas de ese mar que te trae a mis brazos montado en un velero impaciente.
Todavía no diviso tierra firme pero se me siento segura cuando estamos los dos sentados en este columpio. Cuando me abrazo fuerte a tu cuello, mientras das impulso y me susurras con tus labios tibios que me amas y que estamos a salvo.
Te extraño todas las mañanas cuando te marchas, cada tarde cuando me voy y solo en la noche cuando nos encontramos toco con los pies en el suelo, y soy capaz de bajar de las alturas.
Y es que cuando tu no estás todo pierde sentido para mi.
No podré saltar del columpio si no hay un suelo firme bajo mis pies.
Mientras tanto, sigo aquí, bronceándome, mirando el mundo desde lejos, esperando a reencontrarte en la noche. Ansiando que llegue el mes de abril, deseando que llegue la primavera y que el camino se torne verde y accesible.
A pocas horas de encontrarte en la noche y bajar de este columpio que me protege, no puedo dejar de pensar en ti un solo segundo.



2 comentarios:

  1. Querida Osane que entrada más divina...con palabras tan hermosas como las que derramas hoy no se puede más que dejarse uno llevar a tu compás.
    Besos.

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  2. Susana un beso desde lo alto de mi columpio.

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