Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

miércoles, 21 de abril de 2010

Emi....



Hay noticias que emocionan  y hacen aflorar la  mejor de nuestras sonrisas durante horas.  Así me sentí esta mañana.
Mi primo Emi se casa.  
Le ha costado años decidirse a encontrar la persona ideal.  Se hizo bastante mayor y conociéndole seguro que ha pasado años buscando la mejor candidata.
Aunque hace unos seis años que no nos vemos, siento un cariño muy especial por él.
Hoy me llamó por teléfono para darme la noticia e invitarme al casamiento.  En la conversación no parábamos de reír y es que seguimos teniendo una relación muy especial en la distancia.
Mi abuela era valenciana, de Buñol, seguro que habréis oído hablar de su famosa "tomatina".


De pequeña cada verano al terminar las clases, mi abuela, mi hermana mediana  y yo tomábamos el Talgo rumbo a Valencia. 
Nos alojábamos en casa de mi tía Carmen que tenía tres hijos varones, el mas pequeño mi primo Emi.
Recuerdo con total claridad al cabo de los años la primera vez que fui, tendría entre 5 o 6 años. Pensé "horreur, no hay niñas en esta casa". Por suerte en  un pueblo cercano tenía una primita llamada Cristi que venía mucho  a visitarnos y participaba de nuestras correrías. Yo era muy tímida en esos tiempos, así que encontrarme en aquella casa con tres primos no me hizo mucha gracia, pero estaba equivocada.
Lo cierto es que los veranos  que pasaría en aquella casa fueron muy felices.
La casa daba a una especie de miniplazoleta donde vivían mas niños de nuestra edad mas o menos y solo salir por la puerta ya era divertido.
Para una urbanita como yo andar libre todo el día por el pueblo con mis primos era una aventura y un descubrimiento.
Solo volvíamos a la casa para comer, merendar, cenar y dormir. Mi pobre abuela estaba en un sinvivir de preocupación ante tal responsabilidad, pero así se vivían los veranos en Buñol, plácida y felizmente.
En aquellos tiempos la vida en el pueblo era muy diferente de ahora. Todos te conocían, las puertas de las casas permanecían abiertas con la única  barrera de una cortinilla de palotes para evitar el paso de insectos.
Los niños entrabamos directamente sin llamar en las casas en busca  de nuestros amigos. Parecía que todos eramos familiares.
Algunas mañanas mi abuela nos llevaba a la piscina, otro motivo mas de preocupación y muchas tardes al cine pues mi tía  tenía la concesión del bar y entrábamos gratis.  De este modo Emi y yo nos aprendimos las letras de la película "Las leandras"y los diálogos de "El desafío de las águilas" y es que veíamos las pelis chiquicientas mil veces mientras nos atracábamos de palomitas y Chole.
La madre de mi tía Carmen tenía un bar en la calle mayor y también nos acercábamos a asaltar las almendritas saladas, los calamares a la romana  y las Cocacolas.
Emi me enseñó el sofisticado arte de cazar ranas con una caña y algodón  en un lago llamado la Cueva Turche que tenía una cascada.




Mi abuela se ponía cardíaca cuando le contábamos que habíamos ido ahí porque se decía que el lago tenía remolinos y se había tragado a varios bañistas, pero lo cierto es que no nos mojábamos los pies, el miedo nos podía. 
Otras veces ya  acompañados de mayores íbamos a bañarnos a un lugar llamado "La jarra", donde se formaban pequeños laguitos naturales entre las rocas, que dependiendo del clima  tenían mas o menos agua.  Decían que por esas peñas se lanzaban los carlistas con caballo incluido para que no los cogieran prisioneros.


Por razones de espacio a mi primo Emi y a mi nos tocaba dormir juntos mientras fuimos pequeños.  Siempre le digo  en tono de broma que el fue el primer hombre con el que me acosté en mi vida, hoy nos reímos un rato de eso. 
Teníamos libros de cuentos y de chistes que leíamos cada noche hasta que nos quedábamos fritos y no debíamos de tardar mucho pues nuestros días eran de intenso movimiento en Buñol.
Después en agosto eran las fiestas y eso ya era el sumun. La madre de Emi era de la comisión de fiestas y no perdíamos comba.
El pueblo se engalanaba, las bandas de música y las carrozas con hermosas falleras desfilaban sobre el lecho de flores amarillas que yacían en el suelo y que impregnaban el ambiente de un aroma que se mezclaba con el azar de los patios. 




También montaban una feria en San Luis y mi abuela nos llevaba a montar a los caballitos. Al padre de Emi que era municipal los feriantes le regalaban fichas y nos montábamos en los auto-choques un montón de veces.  
Y por fin llegaba el plato fuerte "la tomatina". La mezcla de emoción y miedo por acudir a una batalla de tomatazos que nada tiene que ver con la que se celebra ahora que está totalmente masificada.
Antaño solo los pueblos de alrededor la conocían, hasta comprábamos nuestros propios tomates para lanzarlos.  Podías  correr, esconderte y perseguir a los demás a tomatazo limpio.  Era algo genial realmente.
Solo tengo buenos recuerdos de aquellos veranos con mis primos, con Emi en particular.
Emilio se casa por fin a la edad de cuarenta y bastantes, seguramente con una mujer tan especial y estupenda como él, no podría ser de otro modo.
Es estupendo recibir buenas noticias como esta, hoy me sentí muy bien y  los buenos recuerdos me acompañaron todo el día.






P.D:  esas dos "lindas criaturas" del principio somos Emi y yo, pero no teman con los años hemos mejorado de aspecto como el buen vino, ahora ya tomamos color.

6 comentarios:

  1. Es bonito recordar...Mi enhorabuena para él.

    Muchos besos.

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  2. Jaajja, si que os lo pasabais bien tu primo y tú en Buñol, y ademas os divertiais gratis, que si el cine gratis, la feria también... vaya chollito.
    Antes en los pueblos, los chiquillos podíamos jugar, ahora entre los coches y los "malos" es imposible.
    Bonito el lago con esa cascada.
    Le deseo mucha felicidad a Emi.

    Besitos.

    noche

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  3. Gracias Sakk, se la daré.

    Noche me ha encantado esta expresión que utilizaste "chiquillos" se usa mucho en Buñol, mi abuela la empleaba mucho.
    Son muy buenos recuerdos, sin duda fui muy feliz allí. Crecemos y todo va cambiando, pero el recuerdo es como si hubiera ocurrido ayer.

    Besos para las dos.

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  4. Soy Valenciana, aunque ahora vivo en Madrid.
    Los recuerdos que cuentas son los mimos que qualquier niño que pasaba las vacaciones en un pueblo.
    Puertas abiertas, baño en el rio, cine con palomitas...
    La verdad e que son recuerdos maravillosos....
    Y todos los nombe en diminutivo, acabados en in.
    Amparin, Vicentin, Marujin, Isabelin, Conchin...... jajajaja
    El mio era Marujin.... con el" in" muy largo cuando me llamaban de lejos......
    Besitos

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  5. jajaja es verdad, todos los nombres acababan en in. Con el mío no se podía sino sonaba a extranjero.
    Fue una suerte crecer así, con todas esas vivencias. Un beso.

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  6. Soy nacido en Betera, viví en Tabernes Blanques (Valencia) aun no tenia diez anos

    que mis padres decidieron de irnos al extranjero,(Belgica).

    Tus recuerdos son los mismos los tengo gravados hasta en el alma.

    Muchas gracias y seguiré pasando por aquí

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