Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

sábado, 2 de octubre de 2010

Adoquines


Bajé a la compra con mi carrito y tomé un rumbo a la inversa de donde voy siempre a comprar.
Subí caminando por el puente que pasa sobre mi parque y cuando llegué a la redonda que se ensancha, en lugar de seguir por la acera decidí bajar y cruzar por el medio para acabar antes pero ayy... las ruedas del carrito golpeaban contra los adoquines antiguos y su ruido y el temblor del asa en mi mano me evocó las veces que he pasado por ese lugar con una maleta llena de ilusiones.
No consigo aislar todas las cosas que me traen recuerdos bonitos que no quiero olvidar y vivo demasiado cerca de la estación para conseguirlo.
Compré y de regreso decidí bordear el parque para no volver a sentir el repiqueteo de las ruedas en los adoquines. Cambié de rumbo para no recordar, pero he comprendido que eso es todavía imposible. Da igual por donde pase, por donde camine, lo que se lleva demasiados años dentro del corazón rebotan en nuestra cabeza con cada latido, con cada impulso de la sangre.
Es cierto que las promesas que no se cumplen regresan en otoño a preguntarnos porque las ignoramos cuando era su momento.

4 comentarios:

  1. ¡Qué melancólica sensación la del repiqueteo de los adoquines! Yo, como tú, lo relaciono con un pasado y me trae recuerdos...no tengo cerca de casa adoquines pero, como tú dices, es igual uno no puede escaparse a los recuerdos.
    Besotes.

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  2. Yo quisiera olvidar, peo no e nada fácil. Dicen que lo mejor es no poner resistencia...

    Muchos besos.

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  3. Así es Susana, hay multitud de objetos, de situaciones que nos transportan a momentos de nuestra vida. En mi caso momentos demasiado felices y que debería pero no quiero olvidar.
    Un beso

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  4. Sakkarah..
    Pues es lo que hay.
    A pesar de todo el que manda es el que late, pero dicen que el tiempo lo cura todo y seguro que será así.
    Un beso.

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