Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

domingo, 9 de febrero de 2014

ARUNA VOLTEA SU VIDA






En la India las mujeres son  consideradas ciudadanas de poca o ninguna categoría, por decirlo  amablemente.
Sus padres eran muy pobres,  del medio rural y tenían varios hijos; así que cuando les ofrecieron llevárselas al orfanato de Nueva Delhi, a  Aruna y a su hermanita pequeña, para que recibieran una educación que ellos no podían darles, sus padres no se negaron. Las dos niñas Aruna y Ambar se abrazaron a su madre llorando, pero sabían que era lo mejor para todos.
La transacción la llevó a cabo su tío, quien cobro una cantidad por llevar a las niñas al horfanato, pero esto jamás lo supo la madre de Aruna.
Conocí a Aruna en la escuela de idiomas.  Es una muchachita hindú, nepalí, aunque sus facciones son asiáticas. Tiene diecinueve  años y tan solo lleva cuatro viviendo en Barcelona y sin embargo domina el castellano y el catalán casi perfectamente.
Cada día al salir clase, caminamos juntas hasta que ella  entra en el metro y por el camino nos gusta charlar. Es curioso como a pesar de tener edades tan diferentes, hemos conectado.
Suelo quejarme por la situación del España, supongo que me he contagiado del virus del pesimismo nacional y escuchar historias como las de  Aruna, me provocan una inflexión y darme cuenta de la suerte que tenemos los que vivimos en el mal llamado primer mundo.
Aruna y su hermanita Ambar llegaron al orfanato y sí, allí Aruna estudió y aprendió  varios idiomas.  Su hermanita con dos año de edad fue adoptada enseguida por una doctora catalana. Le hubiera gustado poder adoptar a  Aruna también, pero  en su país no permiten adoptar a  dos hermanos. 
Aruna pasó algunos años en el internado y aunque allí  aprendió muchas cosas, también sufrió mucho, hambre, frío y hasta maltrato.
Un día,  la dirección del internado,  le dijo que iban a viajar a Barcelona para conocer a su hermana y Aruna se puso muy contenta. Guardó en una bolsa de deporte sus escasas pertenencias y acompañada del director y otro hombre más, volaron hacia España.
Llego al hogar que había acogido a su hermana Ambar y cuando  se vieron al cabo de tantos años las dos niñas se abrazaron y lloraron de felicidad.  Había mucho de que hablar, pero su hermana solo hablaba castellano y catalán, aunque en realidad no les hacían  falta las palabras. Las miradas y los gestos de cariño eran suficientes.
La doctora parecía muy amable, ella si hablaba inglés y podían conversar. Pasaron tres días visitando Barcelona.  Para Aruna se abría un mundo nuevo, todo tan distinto de los lugares donde  había vivido hasta ahora, pero ese no era su mundo.  Empezaba a extrañar a sus compañeros de internado, que para ella eran como hermanos.
Una mañana despertó a las 5 y con gran disgusto,  observó que los dos hombres que  le habían llevado a Barcelona se habían marchado.  Se sentía engañada. Aruna deseaba regresar a India, pero se hallaba en la otra cara del mundo,  en una ciudad donde no entendía a nadie y aquella señora a la que su hermana llamaba madre, era una extraña para ella.
Muchos días lloró  llena de rabia, se sentía estafada y se enfadaba con la doctora, que era totalmente ajena al engaño del que fue objeto  Aruna, pues ella había conseguido adoptarla legalmente y reunirla con su hermana. 
Nadie informó a  Aruna que su próximo hogar sería Barcelona, cosa que su nueva madre ignoraba.
Los primeros tiempos fueron duros para Aruna.  Se negaba a llamar madre a aquella extraña.Tuvo que aprender dos nuevos idiomas, castellano y catalán , pero sabido es que la necesidad agudiza los sentidos y Aruna aprendió rápidamente, pero no conseguía adaptarse al ritmo de vida occidental y seguía sintiéndose traicionada, deseando volver a aquel internado donde había dejado a tantos amigos y que aunque humilde, era su zona de confort.
Transcurrieron dos años y su madre adoptiva le quiso dar una sorpresa. Iban a viajar a la India y le prometió  a Aruna que si  aun deseaba regresar al orfanato, se quedaría.
Aruna se sintió feliz y viajó con la idea de quedarse en Nepal.  Durante dos meses recorrieron parte de la India. Que diferente le  parecía  todo aquello.
Aruna y Ambar visitaron a sus padres biológicos .El reencuentro fue muy emotivo.  Las niñas y su madre verdadera se abrazaron durante muchos minutos.Su  madre natural, lloraba incesántemente. Debió ser muy duro para ella separarse de sus hijitas, pero allí solo tienen valor los varones que pueden ayudar en el campo. Las hijas suelen ser una molestia y un gasto. 
La humildad con la que vivían sus padres naturales, les resultaba insufrible.
Dormían en el suelo sobre unas esteras, careciendo de todo aquello a lo que ellas ya se habían acostumbrado.
Regalaron  colchones a sus padres y algunos animales para que pudieran vivir mejor.
Aruna visitó a sus queridos niños del orfanato, pero ya no era parte de ellos.  Las distancias hace que miremos y sintamos las cosas de diferente forma.
La doctora averiguó que nuevamente el tío de las niñas había sacado tajada de la adopción de Aruma. Vendió a su sobrina por segunda vez.
En un país tan cargado de corrupción no era nada nuevo.  Aruna  despidió a su tío enérgicamente, no quería volverle a ver nunca mas.  Sentía acritud y amargura hacia el.  No queria  saber nada de él jamás.
Aruna, aunque joven con una gran madurez, decidió no contarle nada de las maniobras de su tío a sus padres, para evitar males mayores.
Llegó el momento de la gran decisión. Aruna ya no pertenecía a ese mundo y entendió que su vida sería mucho mejor en Barcelona y desde allí podría ayudar mejor a su familia.
En la actualidad,  Aruna  está contenta de ser una barcelonesa más. Se ha adaptado completamente a la sociedad catalana y dice estar muy feliz entre nosotros.
Aruna es una luchadora digna de admiración y ha demostrado ser una gran persona.






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