Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada

jueves, 2 de septiembre de 2010

Una rosa yace sobre el felpudo


Aquí les dejo este escrito de un compañero de foro al que admiro profundamente por su maravillosa forma de expresarse.




Ha llegado empapada y ahora le brilla la piel, aunque ella sabe que es tan sólo el efecto de haberse envuelto en otra fina capa de embustes. Ha vuelto calada hasta los huesos, cuando aún permanece la ropa tendida en la cuerda y las gotas resbalan por las costuras como si fueran las de su propio sudor tras el esfuerzo. No ha querido fingir que era feliz, ahora nadie la mira y, sin reservas, ha empañado el cristal de la ventana con su aliento desesperado. Cientos de hojas se han apelmazado en un jardín desierto. Reposa una masa anaranjada, multiforme, en el rincón donde perdió por segunda la vez la virginidad. La segunda, que es para ella la que cuenta. No quiere recordar ni el nombre de aquel muchacho y tan sólo deja regresar el dulce sabor de los besos y algunas mentiras de las muchas que fue capaz de soportarle... Ha llovido mucho desde entonces, aunque nada le lleva a pensar, que no permanezcan escondidas todas esas gotas perezosas que sólo pretenden encharcarle el corazón.

La lluvia deja los pensamientos pegados al suelo y todo se tiende a recordar; gana densidad cada carta del mazo al humedecerse el ambiente. Siempre ocurre así cuando la luz se hace tenue y se oculta tras las nubes el astro que, desde siempre, ha sido la distracción perfecta para los hombres. Le dijo un día aquel jardinero anciano, que las promesas que no se cumplen regresan en otoño a preguntarnos porque las ignoramos cuando era su momento. Ella se siente absurda intentando evadirse de nuevo de lo que no hace tanto había logrado dejar atrás. Es la vida la que pone una frase para cada momento, la pone, quizá cuando ya ha pasado el tiempo de nombrarla y sólo queda un hatillo de suspiros o un reguero de tumbos incomprensibles. No queda nada de aquella niñez visceral que la mantuvo en el orgullo hasta los treinta, ni los rasgos afrutados de la sonrisa, ni esa prevalencia de la aventura sobre la abnegación que procura una intrascendente vida.

Pronto suena el timbre con su rugido dispensador de realidad. - Apártate, que viene la vida, la única que cuenta, la que es, porque todo lo demás es parte de la ensoñación, emplastas el pasado para digerirlo o construyes un futuro a tu gusto que es muy probable que nadie use -. Y eso piensa, mientras abre la puerta...

Al dar paso a la realidad, la mente rápidamente se divide; queda taponada la mujer de la mirada perdida y a su lugar asciende la convencida y resuelta, la que todo parece comprenderlo. La puerta deja a la vista a un hombre de mediana edad, con los ojos negros repletos de interrogaciones, una rosa roja en la mano y los labios tristes; En su rostro se dibuja un hilo de sensatez marchita que parece fruncido cuidadosamente a la cuadratura de su mentón inmóvil. Ella no le reconoce, parece que el tiempo retrasa la edad y que los rasgos se acaban afilando en un baúl al que, desde hace mucho tiempo, no se ha tenido acceso.

Sigue lloviendo fuera, en ese segundo de espera en el que caben mil posibles acciones, en el que se articulan cientos de frases que nunca se pronunciarán a tiempo. Se suele hablar después, cuando ya ha pasado la sorpresa y se necesita hacer un balance que nos deje para siempre conformes, al menos, con nosotros mismos.

- Soy Marco...

La Tierra gira mientras las palabras permanecen sin peso, leves, bajo la lluvia o a pleno sol; rodamos más allá de nuestras palabras, las vemos alejarse, dejan de ser nuestras, dejan de ser proyecto y se anulan o avivan, mezclándose con otras miles que seguro que algo quisieron decir.

Al oírle pronunciar su nombre, vuelven mil sonidos más a su mente, el del roce de las yemas sobre la mejilla, el del latido inconcluso de un corazón siempre dispuesto, la dulce música de quien se deja franco a la embestida, sin reparar en si más tarde habrá heridas que costará cicatrizar... No lamenta que haya vuelto, lamentó ya suficiente que se fuera, concluyendo así, aquel capitulo que pudo haber sido una larga novela, quizá, toda una biografía.

- Hola, Marco. Largo es el camino que has recorrido... Veinticuatro irreconocibles años...

Sus miradas se cruzan por primera vez, él le ofrece la rosa que lleva en la mano, ella la rechaza con un gesto que, a fuerza de haber sido ensayado con la mente, se hace más real que cualquier otro reproche.

- ¿A qué has venido? - Le pregunta sin mayores rodeos.

Marco, con la rosa en la mano, comenzará su discurso en un momento, ha tenido veinticuatro años para redactarlo, seguramente lo habrá modificado cientos de veces, o quizá, nunca pensó que llegaría utilizarlo.

- A pedirte perdón... Luisa se ha ido...

Ella le interrumpe sosegadamente.

- Marco, no sigas... Yo también me he ido. Me fui justo el día que tu quisiste que me fuera. Y no he vuelto, Marco, ni volveré jamás...


La rosa cae sobre el felpudo, abandonada por el pulso de un maestro derrotado. Ella da un paso hacia el futuro, que paradójicamente es de retirada, y cierra la puerta sin dejar de mirar la rosa. De repente, piensa en un ciprés que se abanica acompasadamente a los pies de los muertos e imagina un grupo de niños que sube por la cuesta que les hará mayores, pero acaba sucumbiendo a ese otro pensamiento, en el que algunos hombres, sellan sus miedos con ruegos que no les supondrán vergüenza alguna.

Se asoma de nuevo a la ventana. Ha dejado de llover y el viento levanta las hojas hasta separarlas al azar... Cae una lágrima de sus ojos que discurre lentamente hasta encallarse en el borde de sus labios. Y esa lágrima, por un instante, le parece discretamente dulce.


-Boedarkyss -



8 comentarios:

  1. Un escrito triste, pero precioso...

    Un beso muy grande.

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  2. Uf, qué intenso. Es una sensación especial, por una parte el orgullo de saber lo que se quiere, ser firme por uno mismo y por otro lado el dolor de lo que pudo haber sido.
    Me gusta tu relato, me emociona. Besotes.

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  3. Sakk creo que ya lo conocías, es de Boedarkis. Me encanta, esta muy cargado de significado.
    Un beso.

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  4. Susana

    Ya me gustaría ser capaz de escribir relatos como este, pero no, es de un compañero forero al que admiro profundamente, escribe maravillosamente bien, su nik es Boedarkis.
    Me alegro que te guste, de vez en cuando pongo aquí tesoros robados, que creo que se deben compartir.
    Un besazo

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  5. Hola Osane...tengo pocos minutos... al atardecer volveré para leer. Pero no quería irme sin dejarte besos y amor
    je

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  6. Relato, triste, melancólico...y una historia que guarda todo un mundo a destiempo.

    Un abrazo Osane

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  7. Merce

    Una historia doblemente triste. Ser abandonada y ser considerada un recurso mas tarde.

    Mejor sola que mal acompañada.
    Un beso

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