En ocasiones nuestra mente genera sueños tan perfectos que quedan grabados en nuestro recuerdo como si hubieran sido realidad.
Y es así, como al caer la noche sobre mis párpados, soy capaz de volver a recorrer de tu mano, esas calles de las islas blancas, acompañados de un dulce silencio lleno de paz.
Salto al agua desde la proa de tu barco, mientras escucho tu canción a lo lejos.
Consigo notar en mi piel la tibieza del sol griego y me sumerjo en las cálidas aguas del mar Egeo, sin distinguir ya entre sueño y realidad.
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