Esta noche soñé contigo.
Nada había cambiado, era como remontarme atrás en el tiempo. Estaba locamente enamorada de ti.
Había bajado a la churrería por chocolate y churros para desayunar y te desperté con muchos besos pequeñitos, mientras remoloneabas.
Puse tu música, esa de Glen Miller para despertarte y cuando te levantaste volviste a abrazarme fuertemente y me susbiste sobre tus pies para bailarme. Tarareabas la canción mientras bailábamos, con esa brusquedad con la que bailas tu, a punto de perder el equilibrio. Nos reíamos entre besos y nunca sabrás como sentí de fuerte y mágico ese precioso momento real.
Dicen que la felicidad no es constante y eso es cierto, pero hay momentos eternos e irrepetibles que perdurarán en mi memoria en los póximos cinco siglos por lo feliz que me hiciste sentir.
Que triste despertar y darme cuenta de que he revivido con un sueño y tu no estabas a mi lado.
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