Ahora, tengo que esforzarme tanto para recordar todas aquellas sensaciones, que me invadían con tan solo una mirada tuya y si, me da pena, me da pena que todo haya terminado.
Me da pena que ni tan solo me duela. Y es que el corazón es como un guerrero, que a fuerza de recibir heridas en la batalla, se curte y aun partido por el acero, puede sangrar sin esbozar ni una sola mueca de dolor.
Que pena me da no sentir, nada mas que una sombra de cariño, por aquello tan enorme que un día fuiste para mi y que ahora se desvanece hasta de mis recuerdos.
Eras mi sol, mi aire, mi vida, y hoy... ni se siquiera en que momento se terminó.
Porque lo nuestro siempre fue de repente, así y el fin también llegó de un golpe, como si un brochazo de pintura enterrara sin piedad todo el amor, el sentimiento y la pasión que nacía de nuestras manos, en cada encuentro, en cada noche.
Que pena me da, esforzarme en escribir, porque mi corazón ya no siente ni dolor, ni nada de nada y casi no puedo recordar... cuanto te quise.
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