Hay momentos en la vida, tan nublados y lluviosos que parece que nunca mas pueda volver a salir el sol.
Sin embargo y de repente, se abre un claro en las nubes y esos pequeños rayos que asoman timidamente, nos deslumbran de tal forma, que somos capaces de soportar mojarnos bajo la lluvia, para no perdernos el espectáculo.
No se porque razón, este verano pensaba que al llegar el invierno, no volvería a contemplar esos amaneceres.
Esta vez no esperé al sol sentada sobre la arena, pero así y todo, con lluvia y el frío del alba, capturé este momento de plenitud serena para vosotros.
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