Una de mis frases favoritas es “hechos son amores que no
buenas razones”.
Soy una persona
sencilla, tengo lo que preciso para vivir y la verdad es que mi única
aspiración en cuanto a lo que a supervivencia se refiere, es poder seguir en la
misma línea que hasta ahora, no carecer de lo necesario y no deber nada a
nadie, lo que ya es complicado en estos
tiempos que corren.
Por tanto mis pertenencias no son nada excepcionales, las
necesarias, pero si soy consciente de que poseo un gran tesoro que no todo el
mundo tiene la suerte de tener, mi familia.
El post de hoy va dedicado a un hombre muy importante para mí
desde antes de mi nacimiento y que hoy pasa por un trance difícil, mi tío Polín.
Pocos días antes de que mi madre se pusiera de parto, a mi
padre le intervinieron a cara o cruz de
una peritonitis y en mitad de este caos yo decidí venir al mundo.
Mi padre ingresado en el hospital y mi madre con dolores y
ahí fue cuando a mi tío, hermano menor de mi madre, le tocó ejercer de padre
sustituto y llevar a mi madre al hospital.
Ahí empezó nuestra relación, fue una de las primeras
personas que me vio y quien sabe si ahí se creó un vínculo, del que no he sido
consciente hasta hace solamente cosa de una década.
Un hombre muy trabajador, como tantos en aquellos años 60
pluriempleado, honrado y recto. De hecho casi todas las fotos de mi infancia fueron hechas por el. Era el primero en comprar la cámara fotográfica o el equipo de vídeo. Mis recuerdos en blanco y negro proceden todos de su mirada a través de un objetivo.
Siempre me llevé muy
bien con su esposa. Mi tía Antonieta era
una mujer avanzada a su época, gran emprendedora y persona con ojo clínico para
los negocios. Manteníamos una relación
de amistad y largas charlas. De mi entorno era la persona que hablaba de cosas
mas curiosas con toda libertad y quien a pesar de mi corta edad conseguía que
sintiera que mis opiniones eran importantes. Y así durante la mayor parte de mi
vida, mis afectos eran más fuertes hacia mi tía que hacia mi tío, que como
hombre andaba más en sus cosas que en conversaciones con adolescentes.
La ideología política de mi tío y la mía no tenían puntos en
común, así que charlar con el de
ese tema era una discusión asegurada, lo
que lo convertía a mis jóvenes ojos en
un “paparra” que decimos en
Catalunya. Todo esto para decir que mi
relación con él era distante, muy al contrario que con su esposa, a la cual
lloré mucho y durante años cuando murió. Mi tía Antonieta fue una de las más
grandes pérdidas de mi vida y una de las personas mas interesantes que conoceré
jamás.
Pero bueno, hay cosas que se ven con el paso del tiempo y
así en mis 51 años, me han ocurrido
cosas, y algunas no agradables. Y es ahí,
cuando tenemos problemas, cuando vemos
quien está a nuestro lado a muerte y
quien solo se apunta a festivales y a ratos agradables.
Y quienes a parte de mis familiares mas directos, siempre han estado velando por mi, han sido mi
querido Polín y su hija, que mas que mi prima es una tercera hermana, la mas
pequeña.
Mi prima es quien
siempre me dice que si me rompo en pedacitos vendrá a recojerlos y mi tío que vendrá a buscarme o si no puede porque ya es viejito,
enviará a mi prima a hacerlo.
Él siempre pone sobre el tapete cuanto podría necesitar en
un caso de desgracia o desesperación. Y
ahí está, ese hombre tan importante
desde mi primer respiro y que pasó desapercibido por mi vida tantos años, es
quien cuando sabe que estoy mal, o que me arriesgo a algo que podría ser
peligroso para mi, me tiende su mano y me dice que si todo falla, el estará a
mi lado, como siempre. Espero que nunca tenga que precisar de su ayuda, pero se
con seguridad que puedo contar con él, ellos saben que conmigo ocurriría lo mismo.
Hoy él pasa por un mal momento. Ha sufrido un gran disgusto
de esos que nadie debería tener cuando la edad ya es muy avanzada, cuando se
pasa de largo de los 80, pero evidentemente la vida no da tregua y nada es para
siempre, nada es seguro, ni nada es estático.
Su problema no es de salud, tampoco material. Es un problema
de esos que se afincan en el corazón y te lo estrujan de frustración y
desconsuelo. Un problema de esos que solo cura el tiempo y nuestro propio
tesón.
Ojalá yo pudiera tener una fórmula mágica para ayudarle hoy
que me necesita él a mi, y que aun así
estando mal como está, me ha vuelto a
decir por teléfono que si algo sale mal en mi vida, sigue estando para mi.
Esta es mi familia, el mayor tesoro que nadie puede tener.
Con nuestros problemas, nuestras riñas, no somos perfectos, pero cuando uno de
nosotros está mal o en peligro, muchas manos se tienden para ayudar. Si alguno enferma, acudimos como una familia
gitana en masa hasta que se sale de peligro y nos turnamos para que el enfermo
no quede solo ni un momento ni de día ni de noche. Para nosotros y para muchos esto es lo normal,
pero también sé que no es así para
otros. Por eso y por mucho más, me siento feliz de proceder de la familia que
procedo y orgullosa de tener un tío como mi querido Polín al que quiero por ser
como es.
Una vez mas me emociono y dejo correr una lágrima.