No me acostumbro al tema de las comunicaciones. Envías o te envían un mensaje y según sopla el viento o llueva o nieve, puede tardar 2,5, 8 horas en llegar.
Por un lado la preocupación de no saber, de que no te respondan. Por otra que te llegan en mitad de la noche como hoy y tras un susto de muerte por nada, no consigues volver a dormir.
Soy una forofa de la tecnología comunicativa, de internet y de un teléfono que parece una prolongación de mi cuerpo, pero en ocasiones me planteo si no vivíamos mejor antes sin tanto rollo, sin tanto control, sin esta servidumbre que en ocasiones da lugar a equívocos.
Miro hacia atrás e intento recordar como era mi vida sin teléfono movil, sin internet y creo que era bastante feliz.
Ahora sin embargo, en este aislamiento tener cerca el móvil se convierte en un sinvivir.
Probablemente si mi hijo no hubiera sufrido hace años aquel accidente en el instituto, yo hoy seguiría sin móvil.
Cuanto me molestaba la gente que hablaba en el autobus o por la calle, los tildaba de mala educación y ahora yo soy una zombi mas de la legión de telefonoadictos.
En fin, no se como voy a hacer para volver a dormir, porque hace un frío que quita la vida y es demasiado temprano para levantarse, total no puedo salir.
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